,
Cuando uno va camino de Padrón pueden venirle a la memoria varios motivos que se asocian de inmediato al nombre de la villa coruñesa: la piedra, la barca del Apóstol, Cela o, sin lugar a dudas, Rosalía de Castro. La primera poeta en lengua gallega se asocia a Padrón, pero aquí se adelanta una etapa porque en Caldas de Reis también hay un monumento dedicado a ella.
Rosalía, en una carta enviada a Eduardo Pondal en 1864, no dudó en elogiar los beneficios que le aportaban las aguas termales de Caldas según recuerdan en www.pontevedraviva.com. "Por mi parte, le puedo asegurar que las aguas de Caldas obraron en mí un verdadero milagro. Pasé todo este invierno (que ha sido crudo) sin un constipado, cosa que en mi casi parece imposible" escribió la autora al otro poeta regionalista gallego y que por entonces ya había dejado el servicio como médico de la Armada en Ferrol.
La segunda mitad del siglo XIX, además de poner de moda los balnearios, fue un momento de ebullición nacionalista que en Galicia se tradujo en el Rexurdimento, movimiento un poco más tardío que imitaba a la Renaixença catalana.
En Galicia eso supuso un nuevo interés por las tradiciones y la lengua, un toque celta y una mayor atención a la poesía antigua como las Cantigas y al folklore. Ese renacer del lirismo galaico fue tan poderoso que Federico García Lorca escribió seis poemas en gallego (uno de ellos Canzón de cuna para Rosalía de Castro muerta). Lo recuerda el filósofo Víctor Gómez Pin en "La España que tanto quisimos" editorial : Arpa.
Ese volumen también recuerda que la escritora no es solo la de "adeus ríos, adeus fontes", algo de bucolismo y un poco de morriña, sino que en sus "Cantares gallegos" late un honda preocupación por las gentes de esa tierra y su situación. Y lo mismo en "Follas Novas", posterior y solo publicado en 1880, y que sería su última obra en lengua gallega porque "En las orillas del Sar" está escrito en en el idioma de Castilla. Una Castilla a la que Rosalía describe duramente en su relación con los gallegos a los que cree que humilla en su empleo para la siega y otros oficios subalternos.
Gómez Pin escribe: "Evocando un hipotético ser querido de la narradora, para quien la aventura castellana había sido letal, tras haber recibido 'jaramagos por pan, hiel por bebida y en suma cuanto amargo la vida encierra', Rosalía lanza en "Cantares gallegos" una tremenda maldición contra el 'corazón de hierro' de los castellanos, declarando de manera explícita su rencor (so hai para min, Castilla, la mala lei que che teño) y afirmando que para los gallegos mejor la muerte que pedir sustento a los aborrecidos 'secos fillos do deserto'"
Pese a todo, el nacionalismo gallego con su fuerte componente cultural siempre ha sido visto desde el centro con mayor simpatía que el catalán y el vasco. El británico Michael Reid en su reciente ensayo "España",en editorial Espasa, lo presenta así y con la voluntad de influir en la política Española como "un regionalismo que quiere avanzar en vez de separarse" y que ha funcionado para hacer progresar la que era una de las regiones más pobres hasta bien avanzado el siglo XX