aguas termales
La etapa de salida desde la capital provincial sigue adobada de aromas romanos y medievales. El camino, tras cruzar el río Lérez, rodea la extensa marisma pontevedresa por A Xunqueira de Alba y va a dar a Guxilde, donde hizo un alto el arzobispo de Santiago Diego Gelmírez en su camino de Braga a Compostela.
Gelmírez (1068 - 1140) es uno de los grandes hacedores de Compostela como centro de peregrinaje. Fue el primer arzobispo y el gran impulsor de la construcción de la Catedral. Estuvo en la corte de Alfonso VI y luego entró al servicio de la Cancillería de Raimundo de Borgoña y Doña Urraca, los condes de Galicia, que ya han aparecido aquí. También mantuvo una buena relación con el hijo de Urraca, Alfonso VII el Emperador, que disputó el trono a su madre y con la que luego se reconcilió gracias a los buenos oficios de Diego. Esa relación y su sintonía con Roma le ayudaron a llevar la diócesis al nivel "archi" y extender su fama por toda Europa.
De Guxilde, Gelmírez o Xelmírez, debió seguir camino por Lombo da Maceira (lomo del manzano) al municipio de Barro, en cuyas cercanías destacan una serie de antiguos molinos que aprovechan la caída del río Barosa por entre unos grandes lanchares de granito.
(Desafortunadamente no pudimos desviarnos hasta allí).
Luego destaca el hermoso paisaje de Tivo antes de entrar en Caldas de Reis. Se trata de la Aquae Celenis romana que aparece en el denominado "Itinerario de Antonino”, un documento del siglo III que recoge algunas rutas del Imperio. Hace referencia a las aguas termales que tanto gustaban a los romanos.
En la localidad bañada por los ríos Umia y Bermaña se entra cruzando el primero cerca de la fuente de aguas calientes que le da nombre y atravesando otro puente medieval sobre el segundo.
CALDAS PERO CON ROSALÍA
Cuando uno va camino de Padrón pueden venirle a la memoria varios motivos que se asocian de inmediato al nombre de la villa coruñesa: la piedra, la barca del Apóstol, Cela o, sin lugar a dudas, Rosalía de Castro. La más aventajada poeta en lengua gallega se asocia a Padrón, pero aquí se adelanta una etapa porque en Caldas de Reis también hay un monumento dedicado a ella.
Rosalía, en una carta enviada a Eduardo Pondal en 1864, no dudó en elogiar los beneficios que le aportaban las aguas termales de Caldas según recuerdan en pontevedraviva.com. "Por mi parte, le puedo asegurar que las aguas de Caldas obraron en mí un verdadero milagro. Pasé todo este invierno (que ha sido crudo) sin un constipado, cosa que en mi casi parece imposible" escribió la autora al otro poeta regionalista gallego y que por entonces ya había dejado el servicio como médico de la Armada en Ferrol.
La segunda mitad del siglo XIX, además de poner de moda los balnearios, fue un momento de ebullición nacionalista que en Galicia se traduce en el Rexurdimento, un poco más tardío y a imitación de la Renaixença catalana.
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