LIGONDE ALOJÓ EMPERADORES
El camino parte desde un paso peatonal que salva el pantano de Belesar, porque el antiguo Portomarín quedó bajo las aguas cuando se construyó la presa, “asolagado” se dice en gallego. En los cuentos populares hay tesoros, templos y hasta ciudades enteras “asolagadas”.
La ruta sigue por Gonzar y Castromaior (Los castros también están plagados de leyendas, con “mouros” -los antiguos pobladores de Galicia- que guardan prodigiosos “tesouros”).
Luego llega a Ventas de Narón y a Ligonde. En esta última localidad se pasa junto a la Casa de Carneiro, de la que se cuenta que dio posada a Carlos V en marzo de 1520, cuando viajaba para ser coronado emperador, y a Felipe II en mayo de 1554 en su camino a A Coruña para embarcar rumbo a Inglaterra, a casarse con María Tudor. Ellos no peregrinaban, aunque el Camino Francés ha sido transitado por personajes muy ilustres desde el primer momento.
Y al fin, por O Rosario (Donde se rezaba un idem frente al Monte Sacro, en cuyos prados los discípulos del Apóstol domaron a los toros bravos que trasladaron el cuerpo del santo), se entra Palas de Rei. Se dice que el nombre del pueblo obedece a un antiguo palacio real, misteriosamente desaparecido, pero en Galicia es común el apellido Rei.
ILUSTRES PEREGRINOS
El Camino Francés ha sido transitado por personajes muy ilustres desde siempre. O por personas de toda condición, incluidas las más elevadas, habría que decir. Toda condición y toda procedencia. Álvaro Cunqueiro, el escritor nacido en Mondoñedo (Lugo), haciendo un recorrido a vuelapluma por todo el camino en uno de los muchos artículos que publicó sobre la materia escribe:
“Varsovia, Cracovia, Mostar de Croacia, despidieron también a grandes príncipes, ilustres obispos, acomodados mercaderes, piadosos clérigos y humildes gentes, que salían a buscar la salud moral y física, seguros de hallarla en la larga peregrinación y junto a la Tumba. Peregrinaron los húngaros, los germanos, los flamencos, los ingleses…, pero los primeros y los más, los francos, y por eso el camino se llamó francés. El obispo don Odescalco del Puy puede ser el primer peregrino francés de nombre conocido.
Fue en Burgos, quizá, donde Hugo de Borgoña recibió la noticia de que había sido elegido Papa, regresando de la peregrinación. Tomó el nombre de Calixto, y lo dio al Codex Callixtinus, la gran guía de los peregrinos, que alguien llamó «la primera guía turística del mundo», con una punta de irreverencia…
En León fue donde el parisino Nicolás Flamel encontró al sabio judío que le interpretó las misteriosas páginas del secreto libro que enseñaba cómo se hace oro. Flamel, de regreso a París, y ayudado por su dulce esposa Perrenella, fabricó oro a montones, y dotó huérfanas, fundó hospitales, ayudó enfermos y viudas…
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