LA CIUDAD Y EL DESTINO
Los 20 últimos kilómetros se acercan a la trama urbana de Santiago, se pasa junto al aeropuerto de Labacolla y la sede de RTVE para cruzar la autopista A-9 y entrar en la ciudad.
El aeropuerto internacional de Santiago (ahora Rosalía De Castro) comparte el nombre de su ubicación con un riachuelo que pasa por las cercanías, célebre por ser el lugar que los antiguos peregrinos aprovechaban para asearse un poco. El monje benedictino Aymeric Picaud, secretario del Papa Calixto II, y al que se atribuye la Guía del Peregrino para el Camino Francés (Libro V del Codex Calixtino, compuesto hacia 1140) lo describe así: "y un río llamado Labacolla, en un paraje frondoso por el que pasan, a dos millas de Santiago, los peregrinos de nacionalidad francesa que se dirigían a Santiago, se quitaban la ropa y, por amor al Apóstol, solían lavarse no solo sus partes, sino la suciedad de todo el cuerpo"
Y es que Labacolla sería un derivado de "lava colea", según una interpretación clásica, pero hay quien lo relaciona directamente con "lava a cona" que es una de las denominaciones de los genitales femeninos en gallego.
A unos cinco kilómetros se encuentra el Monto do Gozo, llamado así, al parecer, por el sentimiento que experimentan los peregrinos al ver por fin las altas torres de la catedral de Santiago. En francés es conocido como Montjoie.
Desde antiguo albergaba un pequeña ermita donde dar gracias por haber llegado hasta allí, que en tiempos del arzobispo Gelmírez (Diego Gelmírez o Xelmirez, 1068-1140, primer arzobispo compostelano) fue una iglesia dedicada "A la Santa y Reverencial Cruz, que consagró según el rito eclesiástico, constituyendo que todos los años, por las Letanías Mayores, esto es en la fiesta de San Marcos Evagelista, clero y pueblo fuesen allí con pompa, a semejanza de la curia romana, y, celebrada solemnemente misa por el prelado de la sede Apostólica, y después de alimentados con los manjares de la vida eterna, volviesen ordenadamente a sus casas". Cuenta Isidro G. Bango Torviso en "El camino de Santiago", Espasa Calpe.
TORRES Y HOSTELERÍA
De Santiago se puede escribir mucho y leer mas. Sin embargo, no sé si hay forma de desentrañar su misterio: Que en aquel apartado occidente se levantara un pedazo de catedral como la compostelana y que en medio de aquellos campos surgieran tan esbeltas torres, nueve con el paso de los años. La iglesia románica ya hermosa, con su pórtico inigualable, pasó a guardarse tras la fachada barroca de hoy día y las torres cuadradas y sencillas se "agiornaron" para ser las que vemos.
Gerardo Diego las canta:
También la piedra, si hay estrellas, vuela.
Sobre la noche biselada y fría
creced, mellizos lirios de osadía;
creced, pujad, torres de Compostela.
Sobre la noche biselada y fría
creced, mellizos lirios de osadía;
creced, pujad, torres de Compostela.
Campo de estrellas vuestra frente anhela,
silenciosas maestras de porfía.
En mi pecho —ay, amor— mi fantasía
torres más altas labra. El alma vela.
silenciosas maestras de porfía.
En mi pecho —ay, amor— mi fantasía
torres más altas labra. El alma vela.
Y ella —tú— aquí, conmigo, aunque no alcanzas
con tus dedos mis torres de esperanzas
como yo estas de piedra con los míos,
con tus dedos mis torres de esperanzas
como yo estas de piedra con los míos,
contempla entre mis torres las estrellas,
no estas de otoño, bórralas; aquellas
de nuestro agosto ardiendo en sueños fríos.
no estas de otoño, bórralas; aquellas
de nuestro agosto ardiendo en sueños fríos.
Pero no todos los talentos literarios tienen miras tan elevadas y Gonzalo Torrente Ballester en 'Compostela y su ángel' dedica con cierta retranca unos párrafos o otro llamativo negocio, el de la hostelería y su máximo exponente de la calle del Franco.:
"Mala gente los hosteleros -escribe-. Vivían del peregrino, se enriquecían a su costa, le robaban si podían, y si la muerte llegada de improviso, se aprovechaban de la muerte…."
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La opción cultural
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